- Un príncipe asume de verdad toda su parte de responsabilidad en la crianza de los niños.
- Un príncipe entiende por qué los anuncios de cerveza son ofensivos (sabes a cuáles me refiero).
- Un príncipe jamás dará por hecho que nos encargaremos por completo de preparar la comida.
- A la inversa, un príncipe no asumirá nuestra incapacidad para cambiar una rueda pinchada.
- Un príncipe ofrece estímulo, más que consejos.
- Un príncipe sabe lo que sabe. Y al mismo tiempo, sabe qué no sabe. No es un estú- pido fanfarrón. De hecho, un príncipe se da cuenta de lo atractivo que puede resultar decir: « No lo sé».
Manual de la perfecta cabrona
No hay comentarios:
Publicar un comentario